«No siempre se podía comer magra, a veces, ni siquiera tocino, pero lo que no podía faltar era el aceite», explica Antonio Sánchez Hernández, vecino de 76 años de edad y natural de Sierro, «de toda la vida», añade.La almazara de Sierro, ha sido un eje fundamental para la subsistencia de un pueblo, formado en su mayoría de agricultores, donde la difícil orografía del municipio, hacía imprescindible la estrecha relación entre sus habitantes y el trueque como medio de vida en un lugar aislado geográficamente y estrictamente rural.
La memoria envidiable de Antonio detalla cómo era el trabajo y las relaciones de los serranos con una almazara cuya datación se desconoce. «Ha estado aquí toda la vida», dice Sánchez Hernández. Relata que tenía seis dueños y que ellos se quedaban con el 50% del aceite proveniente de la cosecha de cada vecino. Recuerda con una sonrisa en su rostro, lo ricas que estaban las «pachochas». Era una comida muy típica de Sierro, relata. En la almazara siempre se podía degustar una rebanada de pan tostada en las brasas, que después era sumergida en el líquido recién extraído. Este vecino de Sierro, mira con tristeza los montes y bancales de su municipio y recuerda la antigua y totalmente diferente imagen de cuando todos los bancales estaban «arreglaos» y la mayoría de la gente vivía en los cortijos. «Hoy está todo abandonado», lamenta.
La emblemática almazara de Sierro cerró definitivamente sus puertas a principios de los años noventa, sin embargo, hoy vuelve a llenarse de vida, ésta vez, reconvertida en el Mesón Pan y Aceite. La restauración de la Escuela Taller del municipio ha permitido conservar la esencia del espacio, que cuenta con la antigua maquinaria y la idéntica fisonomía del edificio, enclavado en las inmediaciones del Río de Sierro, en un paraje de extraordinaria belleza perteneciente a la Sierra de los Filabres. La almazara de Sierro es también un museo etnológico abierto al público, donde se puede conocer la forma de la conversión de la aceituna en el preciado oro líquido, en una época donde las mulas eran las mejores aliadas de los hombres del campo.
Se pueden aprecian las diferentes máquinas que intervenían en el proceso productivo, tales como molinos, prensas, depósitos de decantación y almacenamiento, dando una visión de una forma de trabajar que forma parte del legado en cuanto a patrimonio industrial que los antepasados han dejado. En los ojos de Antonio se vislumbra de nuevo alegría al saber que la almazara, estrechamente, ligada a su vida de agricultor y a sus recuerdos, vuelve a llenarse de vida.
Nueva etapa
Por su parte, el alcalde de Sierro, Juan Rubio, habla de la excelente calidad que siempre ha tenido el aceite de Sierro. El representante del Consistorio serrano invita a los vecinos del Valle del Almanzora y de la provincia a conocer su pueblo y especialmente y ante esta nueva etapa, la antigua almazara, con la seguridad de que a nadie va a dejar indiferente.
El nuevo emprendedor, Miguel, está completamente seguro del éxito que tendrá en esta nueva andadura. Se muestra ilusionado y quiere en primer lugar, devolver a los serranos, este simbólico espacio del que se desconoce exactamente sus orígenes, pero se sabe por la lógica aplastante del sentido común que pertenece al pueblo de Sierro. La antigua almazara de abre sus puertas de nuevo convertido en el Mesón Pan y Aceite. Un establecimiento con una destacada personalidad donde se apuesta por la comida artesanal, con especialidad en pastas, pizzas caseras y carne a la brasa. Muy pronto se organizará un evento donde El Tango y el sabor a Argentina, serán protagonistas. Un acto que ya ha empezado a preparar el nuevo gerente de la almazara, y que contará con una bailarina experta que impartirá las clases en la plaza principal del municipio de Sierro.
Iformación obtenida en: http://almanzora.ideal.es/sierro/1318-la-antigua-almazara-de-sierro.html